DNU: el Gobierno arriesga a otra derrota

La tolerancia histórica del Congreso hacia los DNU los convirtió en una herramienta cesarista para gobernar sin respaldo legislativo. La desmesura del mileísmo, con una lluvia de dinero para los espías, es una provocación que puede comprometer la herramienta más importante con la que cuenta el gobierno de minoría de Javier Milei.

La revisión del DNU 656/24 de fondos reservados puede repetir la batalla que ya perdió el gobierno con el Senado por el DNU 70, que contiene todas las iniciativas que integran el plan de gobierno. Ese mega DNU está en capilla en Diputados para su tratamiento y eventual derogación.

El gobierno ruega para que se demoren los tiempos hasta que estén reglamentadas las leyes de Bases y de Paliativos Fiscales. La oposición, aun la más rabiosa del peronismo, también consiente esta demora para no precipitar un colapso del gobierno. Pero el 656 agrega otro componente, que es el rechazo de la dirigencia hacia los organismos de inteligencia, siempre sospechados de ineficiencia y de solventar campañas contra la oposición.

La oposición presume que la campaña de escraches por redes sociales se alimenta de información recolectada por agentes de la inteligencia estatal. No quieren que ese sistema, del cual han sido acusados anteriores gobiernos, tenga más capacidad de operación en el año previo a las elecciones de 2025.

Embocarlo al gobierno con esta suelta de fondos es un bombón para los críticos de la gestión, que intentan en estas horas componer un frente transversal. Hicieron punta el jueves los legisladores de Hacemos y de la Coalición de Elisa Carrió. Presentaron un proyecto de resolución en Diputados para declarar la nulidad del DNU. La nulidad, explicó Maxi Ferraro,declara la inexistencia del DNU y es una herramienta más efectiva que plantear la pelea en la Bicameral.

Platita para la campaña

Este dilema es consecuencia de las disfuncionalidades del actual gobierno, que debe gestionar desde una extrema debilidad -sin votos, sin legisladores, sin gobernadores, sin sindicatos, sin programa, sin funcionarios, sin plata (salvo para espiar) y que gobierna con quienes fueron votados para hacer oposición-.

Decirle a la colectividad política que hay US$ 70 millones para gastar en forma reservada es una zanahoria que puede mover voluntades. El gobierno ha caído en la ilusión de armar un partido desde el poder, y agita la piñata de la plata dulce.

El esquema que se le atribuye a Olivos se referencia -según los voceros oficialistas– en la hermana del presidente y en un miembro de la etnia de los Caputo -ya se sabrá quién está detrás de sus acciones-. Despliegan un proyecto electoral ligado a un sector del peronismo que reivindica al menemismo y que arbitran los primos Menem, que son más que dos.

Han convencido a Olivos de que van a construir sobre ese esqueleto del peronismo un movimiento ganador. Ese armado está colgado del resultado de encuestas que afirman que Milei es popular. Nada más volátil que montar algo sobre las encuestas de imagen. Sus resultados duran menos que la liviana melodía.

Hundan al PRO

Al mileísmo cualquier diseño le viene bien porque es un partido que no entrega muchas bancas como formación nueva que es -y todo lo que saque es pura ganancia-. Estas tensiones estresan al PRO que no supera los efectos de la pelea Macri-Bullrich.

La ministra de Seguridad jugó todas las fichas para que el misionero Enrique Goerling fuera elegido presidente de la Bicameral de Inteligencia. Iba en beneficio del PRO porque acercaba algo a Patricia y Mauricio -Goerling tiene como referente al macrista Humberto Schiavoni- y tuvo como gestor a Luis Juez, interesado en que el PRO se mantenga unido por sus chances de candidato competitivo en Córdoba.

Juez cumplió con la changa, hasta acercó a Victoria Villarruel al proyecto. Pero Olivos mandó a decir que su candidato es el entrerriano peronista Edgardo Kueider. Patricia confiaba en un recurso de alzada ante Santiago Caputo. Hasta ahora no funcionó.

Le crean un enemigo a Frigerio

Kueider es un senador sintecho que justifica su acercamiento al gobierno en que ha sido bien tratado. Quiere ser gobernador de su provincia y dice que lo hará con la ayuda de Milei, que lo trata mejor que, antes, Cristina o Alberto. Ya lo sabe Rogelio Frigerio, que lo último que esperaba es que Olivos le promueva un contradictor en su propio territorio.

Frigerio es un factor importante en la oposición amigable y arbitró las buenas relaciones con el peronismo cuando Macri era presidente. Que el gobierno le ponga una sombra va de la mano del esmeril a Patricia en el caso de la Bicameral de Inteligencia.

El mileísmo quiere arrastrar al PRO a una fusión, que supone un ataque a ese partido por debajo de la línea de flotación. El desaire a Patricia en el Senado puede incluirse en la maniobra. Era esperable desde que comenzó esta historia. Subir al gabinete a la fórmula de Cambiemos fue el primer paso. ¿Qué otro objeto tendría tener que castrar al PRO, partido mayoritario de Cambiemos?

La trampa de capturar la fórmula del PRO

Llamar al gabinete a la fórmula del partido que perdió es un camino sin salida. Le impidió al PRO rehacerse desde la derrota, que es un recorrido clásico de la política. Lo hizo el peronismo después de 1983 y 1985, cuando su derrota precipitó la renovación que lo llevó al poder en 1987 y 1989. Lo mismo hizo Cambiemos después de la derrota de 2019, pero se rehizo en 2021.

Como otras experiencias hay que anotar que Lula da Silva perdió tres elecciones presidenciales antes de ganar y que Donald Trump es hoy competitivo después perder con Biden en 2020. Patricia y Petri en el gabinete frustraron la recuperación del PRO, que tenía votos suficientes como para ser una oposición amigable hacia Milei, pero sin fusionarse.

Tampoco esos dos ministros eran necesarios para Milei. Bullrich es ministra de Seguridad de la Argentina, que es el país más seguro el continente junto a Costa Rica y, hasta hace algún tiempo, Chile, según las mediciones locales e internacionales. Petri es ministro de Defensa en un país con fuerzas armadas en estado de disponibilidad, sin guerras y que late en la región más pacífica del mundo. Sólo están en el gabinete para desgracia de su partido.

Un alarde que se vuelve en contra

Si hacía falta despertador para llamar a la oposición a sus puestos, lo hizo el DNU 656/24 que destina $ 100.000 millones de fondos reservados para el maquillado sistema de espionaje. Este alarde de fuerza de un gobierno débil, que decía no tener plata, encendió el ingenio de la oposición amigable y de la otra, que ven la oportunidad de someter al gobierno a un examen como el que rindió con el DNU 70/23. Fue el primer DNU que rechazó la comisión de Trámite Legislativo desde que rige el sistema y el primero que volteó el voto del Senado.

¿Hacía falta someterse a este riesgo por una suma que apenas supera los US$ 70 millones? ¿Era necesario que esa decisión se publicase, cuando pudo ser un DNU secreto, si es que hay una necesidad irresistible del gobierno de subsidiar al espionaje? ¿No podía el Ejecutivo entregar esos fondos en cuotas, apenas unos US$ 5 millones al mes?

En uno de los considerandos del DNU el gobierno se crea a sí mismo su propia emergencia: «La naturaleza excepcional de la situación planteada – imagina – hace imposible seguir los trámites ordinarios previstos en la CONSTITUCIÓN NACIONAL para la sanción de las leyes».

Le ponen precio a la cabeza de Pagotto

Eso se lo van a tener que explicar a la comisión que preside el riojano Juan Carlos Pagotto. Varios de los integrantes de esa Bicameral se pusieron en comunicación para reclamar que esta semana se reanuden las sesiones de esa comisión.

El oficialismo la puso en pausa durante el debate final de las leyes de Bases y de Paliativos Fiscales. Nicolás Massot habló de promover una remoción de Pagotto del cargo por incumplir una moción que aprobó la comisión cuando lo eligieron.

Era para que la comisión se reuniera todos los jueves a las 14:30. Si no aprobaba esa moción de Massot, Pagotto no lograba los votos para ser elegido. El riojano cumplió con ese compromiso durante cinco jueves seguidos, pero después dejó de hacerlo.

Milei usa DNU que firmó Alberto

No ayuda mucho que el oficialismo tenga la Bicameral de los DNU en función piloto. Funcionó a comienzos año, aprobó varios DNU de las presidencias de Macri y de Alberto Fernández, y después entró al invernadero. En esa comisión actúan, además de Massot, dos activistas que fueron elegidos opositores, como el radical Víctor Zimmermann y el macrista Hernán Lombardi.

Presumen que el riojano no tiene instrucciones precisas de Olivos sobre qué hacer con los DNU que están pendientes de revisión. Hay muchos que firmó Alberto Fernández y que afectan al sistema fiscal, porque implican subas y bajas de impuestos – materias prohibidas para los DNU -, ampliaciones presupuestarias y otras medidas económicas.

Esos mismos DNU que son observables constitucionalmente, siguen vigentes y los está aplicando también el gobierno de Milei. Es comprensible la cautela: no fuera que volteen un DNU de Alberto que le da de comer a Milei. Ante estas coyunturas, el oficialismo prefiere que las comisiones que encierran problemas directamente no funcionen. Paraliza las bicamerales de DNU y la de espías. La comisión de Juicio Político también está en el limbo

Cristina se ocupa de los espías

La bronca levanta espuma porque el bloque Hacemos (ampliado a 31 firmas de apoyo) no sido informado de los motivos del veto a Emilio Monzó para sentarse en la Bicameral de control del espionaje. El oficialismo prefirió subir esa comisión a radicales del ala Lousteau (Mariela Coletta) y se aviene a convivir en esa comisión tan resbaladiza con legisladores del cristinismo extremo como Leopoldo Moreau o Paula Penacca.

El jueves se conocieron los nombres de los senadores que el peronismo propone para la comisión: Wado de Pedro, Oscar Parrilli. La tercera silla fue para María Florencia López, una estrella ascendente del peronismo del Norte más cercano al peronismo del AMBA. López está en su primer año de senadora, después de ser vicegobernadora de La Rioja en el primer mandato de Ricardo Quintela.

El cargo en la Bicameral estaba reservado para Mariano Recalde, pero sorprendió en el bloque que fuera propuesta López. La designación se la comunicó Juliana Di Tullio, presidenta del bloque Unidad Ciudadana, de la más estricta observancia cristinista. López integra el bloque Frente Nacional y Popular que preside José Mayans.

Pero la que corta el bacalao es Di Tullio, que preside la bancada Unidad Ciudadana. Estas dos formaciones integran el interbloque Unidad por la Patria. La división ficticia la pergeñó Cristina de Kirchner cuando era vicepresidenta y quería sumar un representante más al Consejo de la Magistratura.

Se lo impidió la Suprema Corte, pero hoy juegan el 1-2 del cristinismo en el Congreso. Se sabrá si la convivencia del oficialismo y el cristinismo en la Bicameral de Inteligencia existe: la prueba será si este sector se suma al malón que quiere voltear el DNU de los $ 100.000 millones para la SIDE.

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