Luego del golpe que representó para las variables financieras el triunfo de Fuerza Patria en las elecciones bonaerenses, el Gobierno intenta hacer «control de daños» y apuesta por un nuevo equilibrio entre la tasa en pesos y el precio del dólar. Pero la tensión está lejos de disiparse: el viernes el dólar cerró en $1.465 en los bancos, en la zona del «techo» de la banda de flotación, mientras que el desplome de acciones y bonos indican que el mercado sigue en «modo pánico» de cara a las elecciones generales del 26 de octubre.
Mientras el mercado reclamaba señales del Gobierno, el equipo económico adelantó que aflojaría el apretón monetario con el que «encorsetó» los pesos sueltos de la economía desde mediados de julio. Las primeras señales se vieron en la rueda cambiaria, donde en dos días el Banco Central bajó 1.000 puntos básicos las tasas de las operaciones simultaneas, con las que opera con los bancos, y esa reducción sirvió de disparador para una normalización en la tasa de las cauciones y una relativa baja del premio que el Tesoro tuvo que pagar por la renovación de la deuda en pesos.
Y, mientras que el jueves, el equipo económico usó su ya habitual participación en el streaming Carajo para anunciar que desandaría pasos del apretón monetario; el viernes el dólar volvió a subir en el segmento mayorista y cerró solo a 1% del techo de la banda. Es por eso, que en la consultora Outlier no esperan que la normalización de las tasas alcance para reactivar el crédito antes de las elecciones de octubre.
«Entendemos que estamos ante una flexibilización parcial, en un contexto de elevada incertidumbre, con lo cual lo más probable es que el impacto en actividad se demore y sea también acotado. Además, más allá de la flexibilización, las tasas reales seguirán siendo elevadas, pero menos», indicaron. Más allá de los ajustes que pueda hacer el Gobierno en los próximos 42 días restantes para los comicios generales, la expectativa es que la actividad no se recupere antes de este nuevo test electoral.
«Se mantiene el escenario de tasas de interés reales altas con actividad económica con tendencia negativa», sumaron en Outlier.
En esta misma línea, en la consultora LCG destacaron: «Para reiniciar la recuperación económica en los siguientes dos años de gestión, el gobierno deberá intentar recomponer las tres patas sobre las que se asentó en sus inicios: 1) legitimidad popular, 2) articulación política, 3) expectativas en lo económico. Las tres se retroalimentan una a otra y las tres se perdieron en 2025».
La pregunta del mercado por estos días es cómo el Gobierno articulará esa necesidad de dejar de enfriar tanto la actividad con el desafío que significa sostener la política de bandas cambiarias en las próximas semanas.
«En ausencia de ruidos políticos y de dudas respecto de la gobernabilidad futura (y de la legitimidad del gobierno), un tipo de cambio cercano a la banda superior podría parecer relativamente razonable, como consecuencia de la depreciación del dólar respecto de otras monedas durante todo el año., sumaron en LCG a la vez que apuntaron que, en un escenario de relativa estabilidad, un dólar más alto permitiría reducir paulatinamente las tasas.
«Pero no estamos en aguas quietas y el desconcierto político aporta nuevas dudas sobre la gobernabilidad, aumentando el riesgo percibido, al tiempo que vuelve a tomar relevancia la cantidad de intereses y amortizaciones de toda la deuda en dólares (FMI, bonares y globales, bopreales, etc) para los próximos años. Con un contexto así tal vez se requiera un marco cambiario todavía más flexible para después de las elecciones», anticiparon.
Más allá de lo cambiario, el temor del mercado se refleja en la suba del riesgo país, muy por encima de los comparables de la región, y el castigo a las valuaciones de las empresas argentinas que cotizan en bolsa. El indicador de la banca JP Morgan, que comenzó el año en la zona de los 600 puntos, ahora se ubica cómodo por encima de las 1.000 unidades.
«La elevada volatilidad observada se relaciona con particularidades de Argentina, y no con cuestiones que afectan a la deuda emergente soberana en general», afirmaron en Quantum Finanzas, la consultora de Daniel Marx. «Las cuestiones particulares que pesan sobre Argentina tienen el foco en la capacidad de acumulación de reservas de la economía, en los movimientos cambiarios y en los vencimiento de deuda en moneda extranjera, entre otros, algo que se ha venido resaltando con mayor o menor énfasis desde el segundo trimestre del año».