Las vías para la construcción de un gran partido de la clase trabajadora

Este texto se basa en un proyecto presentado a la reunión de Dirección Nacional del PTS realizada el 20/7, incorporando opiniones y sugerencias así como conclusiones de la discusión.

1. Nuestros enemigos no la tienen fácil

Las tendencias internacionales convulsivas alimentan la inestabilidad nacional: guerras en Europa y Medio Oriente que no se frenan, un gobierno como el de Trump que desestabiliza permanentemente el escenario con medidas arancelarias (grandes anuncios, luego negociación pero resultado de mayor proteccionismo que choca con la internacionalización de las cadenas de valor y del sistema financiero), acciones militares (bombardeo en Irán) y retiro del escenario europeo que alimenta la carrera armamentística en Alemania, Francia y demás potencias de la UE. El brutal genocidio en Gaza a manos del Estado de Israel genera un repudio creciente en todo el mundo (ya mayoritario en EEUU) y el gobierno argentino pagará el costo de haber sido uno de sus más fervientes defensores. El gobierno de EEUU viene apoyando con fuerza al de Milei, sobre todo a través del FMI, pero es un apoyo limitado y peligroso: en la medida que Trump se debilite en EEUU (como indican varios sondeos), impactará en su aliado local. Sobre esta base se desarrollan todas las turbulencias económicas que enfrenta el gobierno, detalladas en el Panorama económico que publicamos.

El régimen político sigue atravesando una profunda crisis, como desarrolla el Panorama Político. En la derecha, LLA se convierte en la fuerza preponderante deglutiéndose al PRO (como se ve en el armado de listas en la PBA hacia septiembre). Esto, junto al congelamiento del gasto nacional en obras públicas (con el consecuente deterioro de las rutas que afecta a usuarios particulares y empresas), alienta la “resistencia” de los gobernadores colaboracionistas como Llaryora (Córdoba) o Pullaro (Santa Fe), que hicieron un gesto de independencia con las votaciones en el Senado. Más allá de avanzar sobre el espacio de la derecha, el gobierno no logra extender su base de apoyo a los sectores que fueron opositores desde el comienzo. Por el contrario, parece comenzar a retroceder. No han conquistado la fuerza social e institucional que necesitan para imponer hasta el final el plan de “peruanizar” la estructura social y política del país: que el saqueo extractivista minero e hidrocarburífero represente una porción mucho mayor de las exportaciones (llevándose las multinacionales la mayor tajada), que la precarización e informalidad laborales sean mucho mayores, que los presupuestos de salud y educación públicas sean mucho menores.

El peronismo logró ir unido hacia las elecciones de septiembre (PBA) y es probable que lo haga hacia octubre, pero su división interna es profunda, no sólo con los gobernadores que cada uno atiende su juego, sino entre AK y CFK. Ninguno de estos sectores tiene un programa que ofrecer frente al de Milei. Por eso lo dejan correr. “Esperar al 2027 también es cruel” escribió un jubilado en una pancarta. CFK viene haciendo anuncios de “moderación” hacia la derecha (necesidad de reforma laboral, austeridad fiscal) pero a su vez dejó trascender que está elaborando un plan para renegociar con el FMI desconociendo dos tercios de la deuda con ese organismo. Tira anuncios a derecha e izquierda que expresan la crisis. AK coquetea con los grandes empresarios (propuesta de reunión con la AEA) para presentarse como variante “confiable” de recambio. A su vez, dice que su gobierno provincial es un “escudo” contra el ajuste de Milei pero, como bien denunciaron Nico Del Caño y Myriam Bregman en el reciente acto en La Plata, en realidad juega a favor de las patronales en conflictos como Secco y Georgalos y ajusta los salarios de la docencia y la salud públicas y de empresas estatales como el Astillero Río Santiago.

La gran burguesía y el capital financiero internacional apoyan la gesta antiobrera y entreguista del gobierno de Milei, pero con una economía estancada que genera ganadores y perdedores en puja constante. LLA como fuerza política no les resulta del todo confiable y los demás partidos de la derecha están muy debilitados. LLA pretende seguir capitalizando el perfil “anticasta” enfrentando a las clases medias y el pueblo pobre con los trabajadores estatales y los sindicalizados, pero la caída de los ingresos del conjunto quita bases a esa operación y genera un malestar generalizado y creciente (la preocupación por los bajos salarios y el temor a los despidos se vuelven preocupaciones centrales según encuestas).

El peronismo pretende representar una “burguesía nacional” que, como siempre, viene aprovechando para descargar la crisis sobre las y los trabajadores, mientras se debilita o se dedica a hacer negocios asociada al gran capital transnacional (agrícola, minero, petrolero, industrial, de los servicios). Su base histórica en la clase trabajadora y los pobres urbanos viene de una enorme frustración. Buscan instalar la defensa de la “patria” como eje aglutinador contra el gobierno y la derecha, pero no pueden borrar la experiencia pasada ni su práctica presente de no oponer ningún enfrentamiento serio al gran capital imperialista. Se limitan a algunos desfiles de “protesta” (muchos comunicados, alguna marcha, como las que organizan junto a la CGT) sin ninguna lucha seria.

La clase trabajadora viene cambiando su configuración con una creciente porción que trabaja en la informalidad (un tercio de los asalariados y dos tercios de los cuentapropistas) pero sigue siendo mayoritariamente asalariada. El pluriempleo tiende a generalizarse, con ocupaciones parciales (Uber, compra-venta on line, etc.) que “complementan” salarios que no alcanzan. Los sindicatos mantienen la representación de aquellos sectores que detentan las “posiciones estratégicas” capaces de paralizar el país (transportes, comunicaciones, industria, construcción, educación, salud, comercio). Argentina sigue siendo el país más sindicalizado de Latinoamérica y sólo debajo de los países nórdicos y Bélgica a nivel internacional. Pero las burocracias peronistas actúan como cómplices de los gobiernos y patronales precarizadoras y hambreadoras. En el mejor de los casos, limitan esa fuerza social a la defensa corporativa y parcial de los sectores sindicalizados y a la disputa por una supuesta gestión “progresista” del Estado que deja afuera a los sectores más pobres e informales (donde Milei pudo hacer pie en el balotaje en 2023 y ahora está por verse cuánto mantiene de ese apoyo). La unidad de la clase trabajadora y de esta con los pobres urbanos sólo puede lograrse enfrentando a los grandes empresarios y el capital financiero, algo que el peronismo no está dispuesto a hacer. La lucha del Hospital Garrahan mostró la potencia de la unidad para la lucha entre los trabajadores de planta, los contratados y las y los residentes (que son precarixs dentro del plantel médico), ganando una enorme simpatía social y convocando a su vez a los demás sectores en lucha en la movilización del 17/7.

2. Los responsables de que nos gobierne Milei y las fuerzas que necesitamos para enfrentarlo

¿Por qué no estalla? Una pregunta reiterada desde que asumió Milei y declaró la guerra permanente a las más diversas conquistas del pueblo trabajador y los sectores populares, desde la educación y la salud públicas, los salarios y los puestos de trabajo hasta los bienes comunes naturales saqueados a más no poder. Pero lo que muchas veces puede ser un deseo legítimo, esconde también, en boca de muchos dirigentes políticos, “analistas” y periodistas, una justificación de las burocracias políticas, sindicales y sociales, mayoritariamente peronistas, que conducen las organizaciones que supuestamente fueron creadas para defender al pueblo asalariado y pobre. Son esas mismas “conducciones” las que se negaron a profundizar el proceso de lucha contra Macri luego de las jornadas de diciembre de 2017, sembrando desde peronismo (el PJ y sus distintas expresiones provinciales, así como las fuerzas aliadas a ellos, como Patria Grande de Juan Grabois) la ilusión de “hay 2019”, que fue tan grande como la desilusión con el gobierno de Alberto, Cristina y Massa. Milei fue el resultado de no desarrollar un proceso de lucha creciente y aceptar la demagogia peronista de apostar a la vía electoral/institucional de “volveremos mejores”. Las condiciones económicas y sociales ya no eran las de los primeros gobiernos kirchneristas y volvieron mucho peores. El péndulo giró a la extrema derecha, con un sector del pueblo pobre, de la juventud (en particular varones) y de la propia clase trabajadora, además de sectores de las clases medias históricamente más de derecha, bancando al gobierno libertario.

En este un año y medio de gobierno de Milei, se han sucedido múltiples momentos de movilización de sectores de masas (paros nacionales, huelgas docentes, movilización universitaria, movilización de las hinchadas en defensa de los jubilados, 1F contra los dichos de Milei en Davos, 8M del movimiento feminista, 24M de los sectores progresistas democráticos, etc.) pese al boicot sistemático de las cúpulas sindicales, sociales y estudiantiles a impulsar en serio un plan de lucha unificado, que apele a la organización desde abajo. En su mayoría se limitaron a “protestas”, no luchas para cambiar la relación de fuerzas. El peronismo (al que responden la gran mayoría de las burocracias) sigue dejando correr el plan de guerra de la gran burguesía, que Milei haga “el trabajo sucio” para luego intentar volver al poder por la vía institucional. Las fuerzas no están agotadas y como el plan de Milei es mucho más contrarrevolucionario de lo que ha logrado hasta ahora (por eso anuncia nuevas reformas laboral, impositiva -contra las provincias- y jubilatoria), estarán planteadas batallas superiores. La crisis orgánica no está cerrada ni en lo económico ni en el régimen político ni en el disciplinamiento social.

La lucha del Hospital Garrahan ha logrado acciones que unen a todo el hospital y gana amplísimo apoyo social, como el que tiene también la persistente lucha de las y los jubilados que se movilizan los miércoles desafiando los operativos represivos de Bullrich. En Secco y Georgalos también se vio disposición de sectores de la propia base a apoyar la lucha contra los despidos, pese a lo difícil que son las luchas en la industria (más aún cuando el sindicato y el gobierno provincial son cómplices de las patronales). Vemos a obreros y obreras volviendo a cortar rutas junto a estudiantes y logrando trascender en los medios. En varias provincias emergen luchas con sectores autoconvocados, como en el Hospital Central o en Vitivinícolas de Mendoza, la docencia de ADEP en Jujuy que sigue luchando contra el fraude, las gestiones obreras ceramistas en Neuquén que enfrentan los cortes de luz y gas del gobierno provincial.

En los sindicatos emergieron divisiones como el sector agrupado en el “Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios” que organizó una marcha contra Sturzenegger, critica el colaboracionismo de la CGT y al menos anuncia mayor disposición a la lucha, encabezado por Schmid (de la CATT), Yofra (de Aceiteros), las dos CTA (Cachorro Godoy y Hugo Yasky, alineado con Kicillof), la UOM, Aeronavegantes y otros gremios.

Las luchas son minoritarias pero expresan el malestar de millones y permiten señalar un camino que, de generalizarse, muestra el potencial sujeto social capaz de enfrentar y derrotar el plan de Milei.

3. ¿Cómo dar pasos hacia superar al peronismo y a las burocracias enquistadas en nuestras organizaciones (sindicales, sociales, estudiantiles)?

El verdadero “escudo” que necesitan los explotados y oprimidos para defenderse y poder derrotar a sus enemigos, se construirá peleando por generalizar y profundizar las luchas a la vez que construimos una fuerza política propia de los trabajadores que busque la alianza con el pueblo pobre y no con unos supuestos “empresarios buenos”, que no existen.

Para el primer objetivo, en la clase trabajadora y en sectores en lucha, promovemos el frente único con las direcciones reales que quieran enfrentar al gobierno. Denunciamos el colaboracionismo de la CGT con el gobierno, como se ve en el Consejo de Mayo que discute una nueva reforma laboral, así como en conflictos como Georgalos donde la Verde del STIA de Daer conspira con la patronal para que pasen los despidos. A los sectores críticos de las centrales sindicales como el “Frente de Lucha por la Soberanía…”, les exigimos rodear de solidaridad efectiva cada conflicto e impulsar planes de lucha que convoquen a las bases de los sindicatos colaboracionistas para que se rebelen contra sus dirigentes. En los gremios que pertenecen a este agrupamiento, se plantea la necesidad de exigirles que convoquen a una gran marcha nacional unificada, en todas las ciudades del país, con paro, que sea encabezada por todos los sectores atacados, empezando por el Garrahan, INTI, INTA, Aeronáuticos, Secco, Georgalos, así como enfrentar el próximo veto de Milei a las leyes votadas en el Senado respecto a jubilaciones y discapacidad.

Con los sindicatos combativos (ATEN Capital y SOECN en Neuquén, ADEMYS y AGD UBA en CABA, UF Haedo, SUTEBA Tigre, CEDEMS y UATRE Ledesma en Jujuy, comisiones internas de GPS, ATE IOMA, etc.) hemos impulsado distintas instancias de reagrupamiento y columnas independientes en movilizaciones convocadas por los sindicatos “oficiales”.

El Movimiento de Agrupaciones Clasistas y la Red Nacional En Clave Roja están en la primera fila de cada lucha y apuestan a recuperar las comisiones internas, sindicatos y centros de estudiantes para transformarlos en verdaderas organizaciones de defensa de los intereses de sus representados, buscando la coordinación entre sectores en lucha, con funcionamiento democrático, en asambleas y cuerpos delegados. A esto apuntó el Encuentro que realizamos el 1 de mayo en Ferro: agrupaciones que organicen el activismo para crear condiciones que impongan en los sindicatos un cambio de rumbo.

Esta batalla por conquistar organizaciones para la lucha es inseparable de la pelea por la independencia política de las y los trabajadores, la confianza en sus propias fuerzas y no en la conciliación con los empresarios y el capital financiero como pregona el peronismo, donde los que terminan perdiendo siempre son los explotados. Por esto, desde el PTS en el Frente de Izquierda apostamos a construir una nueva fuerza política, un gran partido que agrupe a los sectores más avanzados de la clase trabajadora y de los movimientos de lucha (jubiladxs, feministas, de la salud, de la educación, ambientalistas, etc.) que apunte a superar al peronismo y defienda un programa capaz de dar vuelta el curso de decadencia nacional, de saqueo y sumisión al capital financiero internacional y a las grandes empresas.

Nuestra estrategia, como reafirmamos en las resoluciones del XX Congreso del PTS, es que esa fuerza política sea un partido de trabajadorxs, socialista, revolucionario e internacionalista, que se postule como dirección de los sectores de vanguardia y avanzados, para influir a sectores de masas. Definimos nuestro “sistema de engranajes” para que la construcción partidaria, de agrupaciones comunes con sectores del activismo, de instancias más amplias de reagrupamiento y coordinación para la lucha (comisiones de lucha comunes con activistas y otras tendencias, como la Posta de Salud, coordinación alrededor de cada conflicto invitando a otras organizaciones a sumarse, como hemos realizado en las luchas de Secco y Georgalos), sirvan para influir en la base de cada lugar, gremio o región.

Durante los primeros meses del gobierno de Milei, apostamos a que se multiplicaran procesos de lucha y radicalización política que nos permitieran desarrollar nuestra organización a saltos, no sólo por crecimiento militante del PTS sino a través de fusiones con sectores que compartan nuestro programa y práctica en la lucha de clases. El PTS creció mucho, a través de nuestrxs principales referentes como Myriam Bregman y Nicolás del Caño, en lograr un amplio auditorio para nuestras ideas, con una fuerte valoración positiva en amplios sectores de la base opositora que en el balotaje votó a Massa, fundamentalmente. En el conflicto universitario que recorrió todo 2024, la Red de Agrupaciones estudiantiles En Clave Roja extendió su influencia organizando centenares de estudiantes en todo el país, con Luca Bonfante como el principal referente, con mucha mayor presencia y conocimiento que las y los propios dirigentes radicales y peronistas de las federaciones estudiantiles. La Izquierda Diario tuvo más de 4 millones de visitas a la página web en el primer semestre de 2025. En Instagram cuenta con 187.000 seguidores, llegando en marzo (el mejor mes) a 3 millones de cuentas. En Tik Tok crecimos a 159.000 seguidores. En el canal de Youtube de LID+ estamos llegando a 130.000 suscriptores. En Facebook, red que recobró importancia política en el último tiempo, tenemos 276.000 seguidores. La influencia de LID (como cualquier medio actual) es multiplataforma. Además, ampliamos nuestra militancia a través de la construcción de agrupaciones con compañeros y compañeras que activan junto con el PTS en lugares de trabajo y estudio, como parte de un plan de conjunto de organización partidaria.

Sin embargo, la dinámica de la crisis va más rápido que nuestro desarrollo, por lo cual vemos necesario alentar de forma audaz toda tendencia que apunte a construir una fuerza política de clase.

4. Señalar la posibilidad de un Partido de Trabajadores para abrir un debate amplio con toda organización y el activismo que se considere independiente de los partidos patronales

En la historia de la clase obrera internacional se han dado dos tipos de experiencias de organización de partidos obreros: a) los partidos socialistas y luego comunistas que se organizaron tras un programa directamente político y promovieron la formación de sindicatos para la lucha económica (los ejemplos más destacados fueron en Alemania, Francia y otros países de Europa continental, así como el Partido Bolchevique que dirigió la Revolución Rusa); b) partidos fundados por los sindicatos, como expresión de la necesidad de superar la lucha económica mediante la lucha política en defensa de los intereses de los explotados. Ejemplos de estos últimos: Labour Party en Gran Bretaña, PT en Brasil, ambos hoy en el poder, integrados al gran capital.

En Argentina, la política de conciliación de clases tanto del Partido Socialista como del Partido Comunista (por la vía de alinearse como los imperialismos “democráticos” desde mediados de los 30 con la política de los Frentes Populares) facilitó la emergencia del peronismo en los 40. Al comienzo de este movimiento existió el Partido Laborista organizado desde los sindicatos para impulsar la candidatura de Perón en las elecciones de 1946. Mantuvo cierta autonomía hasta que el coronel impuso su disolución y Cipriano Reyes, uno de los fundadores, terminó preso (falsamente acusado). En los 60 y 70 se desarrollaron corrientes de izquierda que se reivindicaban revolucionarias con peso importante en sectores de la clase obrera y la juventud. Surgieron sindicatos que se reivindicaron “clasistas” como el SITRAC-SITRAM de Córdoba. Pero el predominio de las tendencias que defendían una orientación frentepopulista y practicaban una estrategia guerrillerista, impidió que se construyera un partido de trabajadores revolucionario que aprovechara la aguda crisis del peronismo en los años previos a la derrota producida por el golpe genocida del 76.

Hoy, por la crisis del peronismo, está abierta la posibilidad de que surjan sectores en los sindicatos que vean con simpatía construir su propia “herramienta política”. Esto implica que emerjan nuevos dirigentes ya que los viejos “caciques sindicales” tienen un enorme repudio en los sectores populares y entre la propia base obrera, que se mantiene en los sindicatos más por necesidad que por adhesión política a sus prácticas.

Hay casos sintomáticos que podemos destacar como diferentes al sindicalismo peronista tradicional. Uno es el de los Aceiteros de Rosario. Se trata de un sindicato poderoso porque dirigen las plantas de empresas multinacionales dedicadas a la fabricación de aceites para la exportación (lo más fuerte de la exportación de soja de Argentina) en Rosario (el otro gran polo es San Lorenzo, al norte de Rosario, donde existe otro sindicato con el que hacen planes de lucha comunes. Sus referentes tienen un discurso y práctica que reivindica la lucha (en particular la herramienta de la huelga), la necesidad de un Salario Mínimo Vital y Móvil real (por lo que un peón cobra 1,8 M que es el cálculo que hacen del SMVM, la misma cifra que planteó el documento del Garrahan leído en Plaza de Mayo), no aceptan las tercerizaciones y promueven la organización de delegados de base que trabajen en las plantas. Además, tienen cierto discurso clasista, reivindicando su pertenencia a la clase trabajadora pero planteando la “independencia de los partidos” en general, sin distinguir partidos de clase de partidos patronales. Este discurso sindicalista pero de clase, no peronista, es acompañado por acciones de solidaridad importantes, como el paro frente a las detenciones de dirigentes docentes y estatales en Rosario el año pasado. En esa provincia hay otros sindicatos y dirigentes que tienen independencia del peronismo oficial, como los de la 4 de Abril de AMSAFE (que dirigieron las seccional hasta hace poco en un frente del cual somos parte), de la COAD (docentes universitarios), jaboneros de Villa Gobernador Gálvez, ATE Rosario, Siprus (médicos).

Estos dirigentes son parte del “Frente de Lucha…” sindical que nombramos arriba, con el proyecto de construir un reagrupamiento más combativo que los ubique como interlocutores de los distintos gobiernos y partidos.

Desde el PTS damos cuenta de esa diferencia y queremos tener un diálogo distinto respecto a los dirigentes principales de la CGT. En primer lugar, creemos necesario que apoyen todos los conflictos que están en curso. Participaron de la marcha del Garrahan pero son necesarias acciones concretas que tiendan a fortalecer cada lucha parcial. Su apoyo activo puede ser esencial para lograr triunfos.

En segundo lugar, a los dirigentes que no se reivindican como parte de los armados del peronismo, les planteamos que es imposible, en momentos de crisis como la que está en curso, que la lucha sindical permita, por ejemplo, conquistar el SMVM que tiene Aceiteros para toda la clase trabajadora. Para eso hay que unir a trabajadores bajo convenio con los precarios y no se puede dejar “la política”, es decir, donde se deciden muchas cosas que hacen a la vida de los trabajadores y el pueblo, en manos de los partidos patronales. Es necesario construir un Partido de Trabajadores para que los sindicatos y el conjunto de los explotados puedan hacer valer su peso en la vida política nacional. Ese partido debería definir un programa, que para nosotros debe partir de proponerse conquistar salarios que partan del SMVM (como ellos reivindican) y jubilaciones a expensas de las ganancias empresarias, resolver el problema del trabajo precario y el desempleo repartiendo las horas de trabajo reduciendo la jornada laboral a 6 horas sin rebajar el salario, defender la salud y la educación públicas para lo cual hay que romper la subordinación al FMI que exige ajuste eterno para pagar una deuda ilegal e ilegítima. Este programa debería incluir una estrategia para llevarlo a la práctica: un plan de lucha que culmine en la huelga general política. Además, debe ser discutido democráticamente, permitiendo la libre expresión de tendencias en su interior, y apuntar a que gobiernen los trabajadores, porque los grandes empresarios no aceptarán un cuestionamiento profundo a sus ganancias y su estado, y pondrán todo su esfuerzo en derrotarnos. Es ellos o nosotros.

En el movimiento obrero argentino hubo programas defendidos por los sindicatos peronistas que eran infinitamente más antiimperialistas y pro obreros que la adaptación total que muestran hoy la mayoría de los sindicatos al dominio del gran capital y del FMI. Los programas de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962) contenían reivindicaciones como el monopolio del comercio exterior, la nacionalización de los bancos y de las fuentes naturales de energía, el control obrero de la producción y el desconocimiento de los compromisos financieros “firmados a espaldas del pueblo”.

El PTS ha impulsado orientaciones de este tipo en otras ocasiones. Por ejemplo, con los compañeros independientes con los que habíamos fundado la Agrupación Marrón y recuperado el Sindicato Ceramista de Neuquén (SOECN), protagonista de luchas históricas a principios de los 2000. Al tiempo que impulsábamos la unidad obrera y la coordinación, acordamos una campaña “por una herramienta política de los trabajadores», que fue tomada por decenas de activistas y difundida nacionalmente. En el terreno electoral, en 2011 en Neuquén invitamos a ser parte de las listas del FIT a Alejandro López, dirigente independiente del SOECN, por lo cual salió electo legislador durante un año. Ahora el debate queremos llevarlo más allá de la intervención en las elecciones, hacia la construcción de una herramienta propia de los trabajadores.

Como dijimos, aún no hay tendencias en los sindicatos que defiendan un proyecto de este tipo. Pero la crisis nacional en general y del peronismo en particular, nos desafía a debatir y proponer distintas experiencias políticas que amplíen el imaginario de las y los activistas, en el sentido de apostar a organizar a fuerzas muy superiores a las que reunimos desde la izquierda clasista ahora, partiendo de la independencia de clase y discutiendo un programa político y de lucha.

Con los partidos que son parte del FITU defendemos en común, en el terreno electoral, una alternativa y un programa independiente de todas las variantes patronales, con medidas anticapitalistas y que reivindica la lucha por un gobierno de los trabajadores. Con el PO, MST e IS, así como otras fuerzas socialistas que están fuera del FITU (AyL que integra Luis Zamora, el Nuevo MAS, Política Obrera), podríamos impulsar juntos iniciativas tendientes a dialogar con sectores de trabajadores que se sientan interpelados con organizar una herramienta o partido propio de los trabajadores. A las organizaciones sociales que apoyan al FITU, como Vientos del Pueblo y Marabunta en varias provincias, también queremos plantearles que es necesario dar esta batalla en los sindicatos, ya que los movimientos sociales por sí solos necesitan la unidad con la clase obrera sindicalizada para enfrentar al gran capital. Las organizaciones sociales que están dentro del armado peronista pero no adhieren al PJ, como la UTEP que integra Patria Grande de Juan Grabois, si se propusieran avanzar en este camino, primero deberían romper los bloques y alianzas que tienen hoy con el PJ. Si no seguirán siendo responsables de las frustraciones que ya nos trajeron hasta acá, como el gobierno de Alberto Fernández, Massa y Cristina que ellos apoyaron. En el acto que se hizo en la puerta de Georgalos el pasado 8 de julio, una referente de esa organización reivindicó la lucha por una “patria de los trabajadores”. Es interesante esa idea que une la reivindicación de la soberanía nacional contra la expoliación imperialista con la pertenencia a la clase trabajadora. Pero es obvio que el peronismo no lucha por ese tipo de sociedad. Por el contrario, propone administrar el capitalismo nacional en decadencia.

5. Cómo terminar con el sometimiento al FMI

Hay otros aspectos de la política nacional que también nos exigen respuestas más precisas.
Desde que Macri volvió a traer al FMI hemos sido consecuentes en denunciar la estafa planteando la necesidad del desconocimiento soberano. Impulsamos movilizaciones más amplias con sectores que están también por una política de ruptura, pero nunca logramos que sean movilizaciones verdaderamente masivas.

Ahora, CFK estaría preparando (según trascendió en varios medios) un proyecto de lo que podríamos considerar un “desconocimiento parcial” de la deuda con el FMI, ya que propone reconocer un tercio de la deuda actual (con fundamentos basados en el reglamento del FMI y la cuota correspondiente a la Argentina, ampliamente excedida) y la “suspensión de pagos” de los otros dos tercios, que deberían ser sometidos a una “auditoría técnico legal independiente” y “presentaciones en foros internacionales y de países deudores”. Otros economistas ligados al peronismo como Alvarez Agis y el propio Martín Guzman, formulan planteos similares.

Más allá de que CFK se autodefine una “pagadora serial” de la fraudulenta deuda externa, se trata de una propuesta “de izquierda” para resolver lo que la propia CFK considera una cuestión sin la cual no hay futuro para la Argentina, porque la deuda es impagable.

Nuestra posición sigue siendo el desconocimiento soberano, ya que las deudas pagadas al FMI históricamente, así como los demás acreedores externos, son parte de un saqueo sistemático a los países deudores, que han llevado a privatizaciones y ajustes permanentes, redoblando el sometimiento al capital financiero internacional. Una medida como parte de un plan integral que debería incluir la nacionalización del sistema bancario y el comercio exterior.

Frente a la propuesta de CFK, si es como dicen los trascendidos y no implica nuevas concesiones, sostenemos que es una utopía pensar que el FMI aceptaría ese plan basado en una interpretación del llamado “derecho internacional” que las potencias imperialistas pisan sin cesar para defender sus intereses, sin un gran movimiento de lucha masiva en las calles, nacional e internacional, que además discuta medidas de autodefensa frente al seguro “castigo” que intentará el capital financiero internacional imperialista. Sin intervención de las masas, ni siquiera medidas parciales como esa podrían concretarse. Volverían a repetirse las historias tipo Vicentin o la renegociación de Guzmán, que terminó en el desastre del gobierno del Frente de Todos, ajustando a los sectores populares vía inflación.

Nuestro internacionalismo se revaloriza como una necesidad acuciante nacional para encarar la gran losa del endeudamiento que pesa sobre el país. Más aún con la actitud imperialista descarada del nuevo embajador de EEUU en Argentina nombrado por Trump. La política de CFK permite no ocultar ese drama y redoblar nuestra apelación a la movilización nacional e internacional antiimperialista. Esta movilización podría perfectamente articularse con la denuncia del genocidio en Gaza, alrededor del cual vuelve a haber manifestaciones masivas en varios países. Son las mismas potencias imperialistas que comandan el FMI las que sostienen con recursos financieros y militares al enclave del Estado sionista de Israel.

6. Frente a la precarización, el pluriempleo y la desocupación creciente: crear un millón de puestos de trabajo en blanco, con un salario al nivel de la canasta familiar, reduciendo la jornada laboral a 6 horas en las 12 mil principales empresas

Esta política ya la venimos formulando desde hace años. Ahora nos proponemos adecuarla a la realidad del pluriempleo, la precarización creciente (por la vía del crecimiento de la informalidad y el cuentapropismo) y la desocupación, que aún es relativamente baja pero viene creciendo, y golpea centralmente a la juventud.

Nuestro programa es el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, empezando por las 12 mil grandes empresas. La reducción de la jornada laboral la planteamos para que se creen nuevos turnos y se incorporen nuevos trabajadores, no para que aumente la explotación en menos tiempo. Es un debate internacional donde hay múltiples experiencias, pero muchas veces buscando un mayor rendimiento de los trabajadores sin ampliar los planteles. Nosotros dialogamos con esa demanda de una jornada o semana laboral reducida pero para combatir el trabajo precario creando nuevos puestos con iguales derechos y dando una alternativa al pluriempleo (ya que los bajos salarios obligan a más de un trabajo) por lo que va unido al aumento salarial al nivel de la canasta familiar. A su vez, una jornada de trabajo más corta responde también a la necesidad de tener más tiempo para la vida (ya sea estudio, familia o para lo que cada unx desee) y no “vivir para trabajar”.
En cada provincia, a propósito de las próximas elecciones de octubre, nos proponemos mostrar en concreto qué significa esta política. Un buen ejemplo es esta investigación que hizo Gastón Remy para el caso de Ledesma en Jujuy.

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Las cuestiones que hemos formulado buscaremos que se expresen en diálogos políticos con dirigentes y activistas sindicales (utilizando LID+ y sus programas de streaming), en debates en las agrupaciones y en las campañas electorales que vendrán hacia las elecciones de octubre y las adelantadas de septiembre en la Provincia de Buenos Aires.

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