El miércoles por la tarde, en la puerta de la escuela de su hija, Santiago fue abordado por cuatro delincuentes. Distribuidos en dos motos, estos hombres lograron reducirlo y le quitaron la llave de su camioneta.
Sin oponer resistencia pero con una aflicción que le impedía respirar con normalidad, el hombre le suplicó a los ladrones que le permitieran bajar a Mía, de cuatro años, sentada en el asiento de atrás. “Agradezco que no se la hayan llevado”, manifestó en un móvil de LN+.
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