Pequeñas delicias del fútbol globalizado

¿Son Boca y River los dos equipos del mundo a los que más les importa el Mundial de Clubes? Es probable. Tal vez algún equipo mexicano esté también interesado, pero no muchos más. Para los europeos es un engorro, un trámite (con ganancias millonarias, claro) que hay que cumplir, bajo el modo de la queja de sus principales figuras que este año no tendrán casi vacaciones y el que viene tampoco, Mundial (de selecciones) mediante. Para los equipos de Medio Oriente y Asia supongo que la experiencia debe ser una excentricidad, no tengo información sobre esos equipos, me supera el tema.

Por supuesto quien está a fondo con el asunto es la FIFA que amplía cada vez más el negocio, casi bajo la consigna marxista (como aparece en el Tomo I de El Capital) de la relación entre valor y dinero. Es decir, el capital no puede quedarse quieto (si no, se devalúa) y, por lo tanto, tiene que reproducirse sin cesar. Ampliar mercados es el abc del capitalismo, incluso del capitalismo sin mercancías, el capitalismo financiero. ¿Quién hubiera dicho, hace 50 años, que las Bolsas de los países del sudeste de Asia serían centrales en el capitalismo financiero global? No hay resquicio a donde no llegue el capital, por lo tanto, no hay resquicio a donde no llegue el fútbol.

¿Y a Estados Unidos? ¿A Estados Unidos le interesa el Mundial de Clubes? Como sabemos, en Estados Unidos se organizó la última Copa América, se organiza ahora el Mundial de Clubes, y se organizará parte (la más importante) del Mundial de selecciones del año que viene. Parece ser un momento de hegemonía norteamericana en estos asuntos. Pero hay algo que, en principio (en principio, porque todo es laxo, todo puede cambiar, todo lo sólido se disuelve en el aire) parece entrar en contradicción con el discurso de Trump. Estados Unidos, en el fútbol, se coloca como un actor clave en el proceso de globalización, un actor central en eventos globales futbolísticos. Pero el discurso de Trump es antiglobalización. Es un discurso (y una praxis) de un nacionalismo chauvinista, de un neofascismo localista, cerrado sobre sí mismo, xenófobo. Podría decirse, tal vez, que se trata del choque de dos discursos sobre y del capitalismo: el de la fiesta de la globalización, nacida en los 90 (que en fútbol se expresó manifiestamente organizando el Mundial 2002 en países como Corea y Japón), y del otro, el capitalismo en clave imperialista tradicional, a la antigua, que expresa Trump. Ambos discursos, por supuesto, conviven en Estados Unidos, a veces bajo el modo de la disputa, a veces somo simples socios.

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Entre tanto, allí va Boca a evitar pasar grandes papelones (con pasar pequeños papelones supongo que se conforma) y River por otro tanto, aunque su fixture es más sencillo, debería llegar al tercer partido, el único difícil (contra un Inter en crisis) tal vez ya clasificado a octavos. A diferencia de la crisis en Boca, que es explícita, la de River es solapada, discreta, y su desenlace se jurará, no en el Mundial de Clubes, sino en la Libertadores, donde tiene todo servido para pasar fácilmente los octavos de final.

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