Una vez por mes, el Gobierno y sus funcionarios más mediáticos sacan a relucir un dato oficial que les viene jugando relativamente a favor desde abril. Los salarios recuperan poder adquisitivo y recortan las pérdidas brutales provocadas por la devaluación y el fogonazo -incendio- inflacionario que estalló en diciembre.
El dato del INDEC conocido el viernes vino con una cifra que sobresalió del resto. Los ingresos de los trabajadores informales saltaron más del 15% en la medición correspondiente a julio. Se impone una aclaración: para el caso de esos trabajadores que no hacen aportes jubilatorios y que sus ingresos dependen muchas veces de “lo que aparece día a día”, el salto del 15% no debe compararse con la inflación de julio, sino con la de febrero, que fue de 13,2%. Es por la metodología oficial.
Como sea, el estado de los bolsillos es una obsesión no solo de los dueños de esos bolsillos, desde ya, sino del Gobierno, que al resignarse a que la recuperación económica no fue en V, espera, con perdón de la palabra, que los “brotes verdes” logren consolidarse. Hay evidencia más o menos consensuada de que la caída de la actividad ya tocó piso y ahora resta ver a qué velocidad rebotan los sectores. No es lo mismo el consumo masivo que el petróleo, la venta de motos o los despachos de cemento. Sobre todo porque no todos los sectores impactan igual en “la calle”.
En paralelo, la inflación y el dólar. Puede ser que a mitad de mes el INDEC informe una suba de precios menor al 4% en septiembre, aunque en el propio Gobierno reconocen que el verdadero test para saber si la curva deja de aplanarse para apuntar hacia abajo será octubre, mes donde no se registrará un “ayudín” como la baja del impuesto país.
A su vez, los dólares financieros siguen retrocediendo, la brecha se achicó a cerca del 25% y sobre ese dato el Presidente Javier Milei se entusiasma con la mejora en dólares de salarios y jubilaciones.
Le responden con dos palabras: “Atraso cambiario”.
Evidencia anecdótica que respalda esta afirmación: tours de compras a Chile. Evidencia de que el Gobierno no acepta lo del atraso cambiario pero toma nota: el dólar turista sufrirá un recargo para suplantar la caída del impuesto PAÍS y mantener a ese tipo de cambio como el más caro del mercado.
Salarios, actividad económica, consumo, precio del dólar… Variables que convergen en lo que se empezó a hablar en estos días: las últimas encuestas de aprobación de la gestión de Gobierno mostraron números declinantes. ¿Primeras señales de fatiga luego de la sorprendente tolerancia al ajuste? ¿El impacto del veto a la ley jubilatoria votada por la oposición?
En su arenga del sábado a la noche, Milei, que en campaña había prometido ajuste y motosierra, prometió que se terminaron las malas y que “desde ahora solo habrá buenas noticias”.
Todas las fichas están puestas en que el equilibrio fiscal prometido para 2025 y los años que sigan será el principal argumento detrás de esas esperadas buenas noticias.
En medio de las encuestas que indagan en la aprobación o no de la gestión, y con la mirada puesta en las elecciones de 2025 (lo del sábado fue un acto de campaña) se cuelan las dudas sobre cuándo y cómo se desmontará el cepo cambiario. Un “cable mal cortado” en el desarme de la bomba del cepo puede derivar en un salto cambiario indeseado que le pegue a los salarios, a la pobreza, la inflación y a las intenciones de voto.