El fútbol campeón del mundo tiene cosas insólitas. La más reciente sucedió este sábado en la Liga Profesional. En su cancha, Riestra acababa de ponerse en ventaja sobre Sarmiento por 2-1, en la fecha 12. Habían transcurrido 39 minutos del segundo tiempo y el equipo local señaló que iba a hacer dos cambios a la vez, en una ventana. En uno de ellos iba a salir Brian Sánchez, que había ingresado como suplente en la primera etapa y conseguido el gol del empate parcial, e iba a ingresar Delfor Minervino. El cambio fue a medias: Minervino entró, pero Sánchez no salió.
Y durante unos segundos, el equipo local tuvo 12 jugadores en la cancha. El árbitro, Guillermo Laza, dejó seguir el juego. Y se sucedieron dos paradojas. Por un lado, el propio cuerpo técnico de Riestra, encabezado por el entrenador Cristian Fabbiani, se quejaba de que tenía un futbolista de más; lo hacía con gritos y gestos al referí y hasta con un colaborador metido un poco en el campo para reclamar: “¡Tenemos unos más!”. Y por otro, estando en ventaja y con ese hombre extra, el conjunto de Villa Soldati sufrió por una acción de gol de Sarmiento. Desde detrás de la línea media de la cancha, el defensor Franco Paredes hizo un pelotazo –muy bueno– para Gabriel Gudiño, que bajó la pelota en el área y remató en diagonal, alto.
Además, superado el peligro, el defensor Alan Barrionuevo protestó con un puñetazo al aire mirando hacia donde estaban los integrantes de su cuerpo técnico. Y nadie de Sarmiento lo había notado. Una escena insólita.
A todo esto, el propio Brian Sánchez, que a esa altura ya era un protagonista central del partido (entró como suplente, empató, se lesionó, no salió cuando debía), se defendió ante el cuarto árbitro: “¡Bajaste muy rápido el cartel!”, le recriminó cara a cara, mientras el hombre de negro le hacía ademán de que saliera y el futbolista le apartaba la mano.
“Fútbol argentino. No lo entenderías”, expresó sonriente alguna vez, en un video promocional, Claudio Tapia, el presidente de AFA. Nunca tan cierto.
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LA NACION