Luego de presentar un peor pronóstico para la economía argentina durante año, en el que proyectó una caída del 3,5% del PBI, el Banco Mundial volvió a poner el foco sobre el país y alertó que en los últimos 50 años la economía casi no creció y que si lo hubiera hecho al ritmo en que crecieron los países de la región el PBI sería hoy un 60% más alto.
El organismo presentó un duro informe en que analizó las razones del errático crecimiento de Argentina en el último medio siglo, en el que encontró tres razones transversales en la historia del país que actuaron como trabas para ese crecimiento.
Por un lado, habló de la elevada «pro ciclicidad fiscal» (que lleva a gastar de más y reducir los impuestos en los momentos de mayor crecimiento económico) y la alta incertidumbre respecto a las políticas económicas.
Por otro, se refirió a políticas comerciales restrictivas y limitaciones para participar en el comercio internacional y por último encontró que si bien el capital humano es un elemento diferenciador de la Argentina respecto de sus pares, en los últimos años «está disminuyendo gradualmente su calidad y podría quedar rápidamente por detrás de las exigencias de una economía mundial dinámica, impulsada por la tecnología e intensiva en conocimiento.
Daniel Reyes, economista senior del Banco Mundial y autor del informe, expresó este jueves en una rueda de prensa dos variables que ejemplifican esta historia: la caída de los ingresos reales por habitantes, y las grandes recesiones, que ponen a Argentina en el mismo nivel que la República del Congo o Chad.
Hecho este diagnóstico, el organismo presentó una serie de recomendaciones entre las que resaltó la «necesidad de que Argentina recupere la herramienta de la política fiscal como un elemento de estabilización de la macro». En ese sentido, Reyes destacó que el «déficit fiscal fue el motor de desestabilización de la economía».
A su turno, Julián Folgar, economista del Banco Mundial y co-autor del reporte, reconoció que «preocupa la calidad del ajuste fiscal», pero ponderó la necesidad de hacer reformas tributarias, con la inclusión de un impuesto a la renta, como «estabilizadores automáticos».
«La pro ciclicidad fiscal, combinada con la incertidumbre sobre las políticas amplifica en lugar de minimizar los shocks económicos, produciendo mayor volatilidad. Reformular el cálculo de indexación de las pensiones para proteger mejor el valor real de las prestaciones frente a variaciones inesperadas de la inflación, fortalecer estabilizadores automáticos como el impuesto a la renta de personas o introducir reglas fiscales sólidas son herramientas contra-cíclicas eficaces” dijo Folgar.
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